A Raúl, el emprendedor compulsivo...
- E.T.
- 23 ene
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 25 feb

Raúl es difícil de encasillar. Por un lado es un empresario de éxito que vendió su empresa de promociones hace años, después de levantar un pequeño imperio a base de entusiasmo y palizas de trabajo. Y por otro, es una persona dedicada en cuerpo y alma a generar conexiones entre personas, un "echador de manos" profesional o lo que él llama hacer networking.
Le conocí en los años en que las promociones en España eran un dispendio y los presupuestos de patrocinio, promociones y eventos eran obscenos. No tuve una relación muy cercana, pero siempre me llegaban comentarios de él. Siempre buenos. Y siempre sobre su forma de ser más que sobre sus proyectos.
Años después me reencontré con él por motivos bien distintos. Me invitó a un evento de presentación de una idea a la que había estado dando vueltas y forma durante meses. Una suerte de club o punto de encuentro de todo su ecosistema para intercambiar conocimientos, experiencia y generar oportunidades de negocio cruzadas entre socios. ¿Quién si no él podría idear y ejecutar con esa maestría algo asi?.
Desde aquel momento nos hemos acercado más. Para él supongo que soy uno más del club, me dedica seguramente el mismo tiempo que a cualquiera de sus otros 3000 contactos, pero es llamativo que alguien pueda tener tanta entrega, energía, tanta dedicación hacia los demás. Y seguro que hace a todos sentirse tan especiales y bien atendidos como a mí. Raúl huele oportunidades donde yo huelo a vacío. En los ratos muertos algunos imaginamos postres, música o viajes. Él imagina proyectos, negocios y colaboraciones… y se entusiasma.
En todos estos años sigo encontrándole tan directo y pragmático como siempre, pero a la vez entrañable y humilde. Metido en aventuras, consejos de administración y entornos exclusivos; pero siempre cercano, con su polo de manga corta bine ajsutado y una mochila al hombro. Un tipo importante e influyente, único, con aspecto de adolescente que no pierde ni un centímetro de su musculatura ni de su empeño. Mantener esa cabeza y esos brazos solo está al alcance de quien se lleva a rajatabla a sí mismo. Admirable.
Raúl es el voluntarismo. Energía, determinación y constancia. Y le admiro profundamente seguramente porque son las aptitudes que más echo en falta en mí mismo. Cuando conoces a personas tan disciplinadas y entregadas es fácil sentirse culpable, soso y apático. Por puro contraste.
Recuerdo que le dije a un amigo: “yo soy bueno abriendo la senda, pero no asfaltando el camino”. Raúl abre senda, asfalta, dirige el tráfico, construye coches, piensa en cómo mejorarlos, crear combustibles alternativos y conoce a quien puede hacer cada cosa porque es amigo suyo.
Gracias Raúl por las innumerables muestras de cariño e interés en estos años. Por tu frenesí profesional, por ser un idealista y por poner los medios para que las ideas ocurran. Gracias por tantos favores. Y por tu ejemplo.
Comentarios