A Rafa, el abogado al que se le entiende todo.
- E.T.
- 27 ene
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 25 feb

Cuando uno necesita un abogado, mal asunto. Y aquel era un asunto feo. Pero
sirvió para conocer a otra de esas personas trabajadoras y abnegadas que tanto me maravillan y me producen tan buena energía.
En realidad aquel no era un problema legal mío, sino de una amiga a quien yo consideraba incapaz de gestionar emocionalmente aquel tremendo problema vital y legal. Yo había tomado el bastón de mando de la situación y decidí encargarme, a modo de hermano mayor, del tsunami que se le avecinaba a una buena amiga. Que no era ni fácil ni pequeño.
Conocí a Rafa por teléfono en una llamada larga y compleja. Rafa aguantó sin rechistar la narración de los hechos que me habían hecho buscar su ayuda.
Escuchó y aceptó encargarse del asunto. Hasta ese momento era un abogado, alguien serio que tiene conocimientos precisos y necesarios para abordar un conflicto familiar con herencias y fallecimientos dramáticos de por medio. La vida, aunque sea la de alguien cercano siempre te guarda sorpresas desagradables y contar con un abogado que mantiene la calma es una bendición.
Desde aquel instante comenzó una relación intensa. Con espacios de tiempo vacíos en los que las cosas eran exasperantemente lentas. Un informe, un documento, un notario, un certificado… Y entretanto una amiga destrozada emocionalmente urgiendo una respuesta.
Casi dos años se tardó en reorganizar y pactar una solución. Dos años en los que Rafa y yo fuimos lidiando por igual la impotencia, la incredulidad y la agonía de nuestra amiga que clamaba una solución. Pude constatar la infinita paciencia de Rafa, la necesaria distancia para poder dar consejos y recomendaciones útiles sin entrar en el fragor, la interminable lista de gestiones que tuvo que hacer, la actitud generosa e implicada que no decayó ni un instante.
Pero entre llamada y llamada, entre tanto drama y traiciones familiares fui conociendo a una persona muy especial. La persona detrás del abogado. Esa persona que aún me produce mayor admiración y cariño. Una persona increíblemente cercana, modesta y entrañable. Un padre de familia abnegado lidiando con las apreturas de la vida pero que no escatima nunca un esfuerzo.
Obstinado y a la vez simpático y gracioso. Como de otra época en algunas cosas.
Cuando habla combina leyes y chascarrillos con una conversación llana y siempre optimista.
Entre café y café, he ido cazando algunos datos de su vida que le hacen aún mas especial. Como que es de San Sebastián como toda mi familia, y que de joven decidió salir del país vasco cuando asesinaron a un amigo más cercano. Que cada nochevieja deleita con el piano en un restaurante de Madrid a una tropa de vascos nostálgicos que añoran Donosti en año nuevo. Y mas sorpresas que iré descubriendo en sucesivos cafés.
Cuando conoces a gente tan auténtica y tan honesta te reconcilias un poco con la humanidad. Ahora es alguien a quien confiaría cualquier asunto porque sé que siempre tomará una decisión correcta y ética antes que dejarse llevar por una solución fácil o pactada. Y que cuando haya una parte contraria, la tratará con respeto siempre.
Gracias Rafa por ayudarnos a mí y a mi amiga en aquella pesadilla legal y sobre todo por hacernos digerible el proceso, explicando cada cosa, cada razón, cada ley con paciencia para que supiéramos lo que hacíamos. Y por no ser un abogado engolado de los que lleva siempre puesta la toga mental y se escucha a sí mismo para parecer más inteligente.
Y también gracias por las otras cuestiones mucho más amables en las que estamos ahora. Gracias por tu cercanía e implicación. Siempre había imaginado que la abogacía era un mundo lleno de tiburones astutos y hábiles capaces de cualquier cosa. Y seguramente lo sea, pero eres una gran anomalía y un descubrimiento para nosotros.
Comentarios