A Luis y Gema, por reírse de la muerte.
- E.T.
- 25 ene
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Actualizado: 25 feb

Luis y Gema son otras de esas personas que uno conoce por las circunstancias. Luis, como yo, estaba en Chile de avanzadilla. Tenía un nuevo proyecto vital allí y debía preparar el terreno. Pero su situación era más urgente. Era un arquitecto en plena crisis financiera en España. Un luchador que había llegado a Chile buscando un panorama mejor que ofrecer a su familia.
Luis sufrió lo indecible. Fue de sinsabor en sinsabor. Las promesas que le hicieron se retrasaban. Tuvo que rebajar su valía profesional y aceptar proyectos muy por debajo de su cualificación y llegó a pasar frio en el piso alquilado que a duras penas pagaba. Y siempre con un pundonor admirable peleaba un día detrás de otro. Tardó 6 meses en reunirse por fin con su familia.
Cuando Gema, su mujer, por fin llegaba a Chile sufrió en el avión una peritonitis aguda que le puso al borde de la muerte. Una historia que me resulta tan admirable como difícil de creer para quien la escuchara por primera vez. La situación llegó a ser dramática. Viajaba con sus dos hijos de 3 y 4 años, y la recogió de urgencia una ambulancia en la pista.
La Sanidad en Chile es otra de las muchas asignaturas pendientes de aquel país, pero ellos iban a descubrirlo de golpe nada más aterrizar. Por conflictos de intereses entre sociedades médicas y hospitales fue rechazada en estado crítico en la puerta de urgencias de un hospital y tuvo que ser trasladada a uno público. Gema llegó a recibir la extrema unción. Realmente increíble y triste. No puedo dejar de pensar en el trance de aquella familia en un país extraño.
Yo solo supe de todo aquel episodio a posteriori. No había sabido nada de Luis durante casi dos meses. Me preguntaba cómo le iría y cuando por fín volví a saber de él me contó la increíble historia. Sentí una gran culpabilidad por no haber sido de más ayuda en aquel trance. Pero al menos Luis tenía ya ciertos apoyos que solucionaron la situación.
A las pocas semanas conocimos finalmente a Gema ya recuperada. Conocía su calvario, pero no a ella. Y aun así ya sentía un gran afecto por ella, seguramente irracional, pero motivado por la empatía con Luis. Y porque una historia así te revuelve por dentro.
Y llegó el gran descubrimiento. Gema era todo alegría. Una luz brillante con una fuerza descomunal. Se reía de sus miserias hasta el punto de dolerle los puntos de su brutal operación abdominal y eso le hacía reírse aun mas. Contagiosa y auténtica, su risa era un alivio para todos. Con una gracia enfermiza, entre carcajadas nos contaba con todo detalle la denigración, el miedo y la impotencia que había sentido. Detalles escabrosos, la escena en la que recuperó la consciencia y se encontró con la cara de un cura que biblia en mano la daba por perdida.
Gema tardó poco en recuperarse y empezar a remover Santiago con sus iniciativas y su empuje. Y a pesar de que es la historia más dramática que he conocido de forma directa, al recordarlo aún sonrío.
Queridos Luis y Gema, gracias por ser tan admirables. Vuestra fuerza me sigue maravillando. Gracias por el ejemplo de entereza y voluntad de Luis y el espíritu y la alegría contagiosa de Gema.
Editado: años más tarde ambos regresaron como nosotros de Chile. Con Gema he colaborado en alguna ocasión después y cuando viene a Madrid, siempre hacemos el gesto de vernos sin éxito. Qué pena que el tiempo diluya las emociones. Que pena que alguien por quien has sentido tanta simpatía y afecto por las circunstancias desaparezca de tu día a día. Dicen que la guerra hace grandes amigos. Desde luego para ambas familias la experiencia Chilena fue una buena batalla.
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