top of page

A kiko y sus insoportables silencios.

  • Foto del escritor: E.T.
    E.T.
  • 12 ene
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 25 feb

Kiko es la casualidad más importante que me ha ocurrido nunca. Es la prueba real de algo que mi madre siempre decía: El universo se confabula para que las cosas ocurran.


Milanesa de El Trapiche
Milanesa de El Trapiche

Viviendo en Chile, mi mujer y yo encontrábamos en la cercana Buenos Aires una válvula de escape a tanta extrañeza y sensación de desarraigo. Fuimos al menos 3 veces en apenas un año y cada vez sentíamos una reconfortante sensación de volver a algo conocido.


En uno de esos viajes decidimos alojarnos en un hotel NH, una compañía que tantos y buenos momentos me había regalado en mi vida. Estábamos llegando y haciendo el check-in cuando le vi en la recepción hablando con quien supuse era el director del hotel. Él no me vio y pensé incluso en no saludarle, por evitar la incomodidad de que no me recordara… Habíamos coincidido en la compañía durante años pero no sé si tuvimos una relación tan cotidiana. Simplemente sabíamos quiénes éramos. Pero nos saludamos, supongo que fue él quien se acercó y de inmediato conversamos como si fuéramos amigos.

 

Aquel encuentro casual en un momento tan crítico para mi, conectó algunos puntos que no estaban conectados. Provocó unas llamadas por su parte, mails y en definitiva un futuro para mí. La casualidad o el universo hizo que me hablara de un proyecto que finalmente me adjudicaron.

 

Kiko es un argentino insoportablemente silencioso y contenido que genera silencios desapacibles. Un argentino fallido podría decirse si no fuera por su acento. Un desconcertante amigo del que incluso hoy, años más tarde, aun dudo de si me aprecia o soy una molestia. Un maldito francotirador de palabras que siempre acierta en el matiz. Algo que envidio dolorosamente. Podría pensarse que un argentino y además arquitecto no caben dentro de un solo ego, pero en su caso no solo caben sino que queda mucho espacio para la modestia, los amigos, los momentos, la creatividad y la familia.

 

Como toda buena amistad son los años y el devenir de las cosas las que terminan de fraguar o romper las cosas. Van a cumplirse 10 años de aquella de coincidencia y sigo pensando como mi madre. He tenido la ocasión de agradecerle de muchas formas aquel gesto que tanto me ayudó, pero hasta no escribirlo hoy no dejará de restregármelo irónicamente cada vez que nos vemos.

 

Gracias Kiko por conectar los puntos. Por haber reconstruido nuestra relación profesional, por apostar por mí y recomendarme para aquel proyecto, en aquel momento. Sin saber si yo estaría a la altura. Pero por encima de todo, por mostrarme dónde se come la mejor milanesa de Buenos Aires. Porque, seamos sinceros, todo lo anterior es cosa del universo, No tuya.

Comentarios


bottom of page