A Javier, por devolver aquel revés...
- MIL GRACIAS
- 11 feb
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 8 may

Podría decirse que nos unió el fracaso. Un tremendo fracaso. Fracasar juntos estrepitosamente en algo puede ser un buen pegamento emocional entre personas. Javier vagaba por Chile con una idea bajo el brazo y la amistad de una celebrity local como ángel de la guarda. Yo, que trataba de dar sentido a mi proyecto empresarial allí quise ayudarle.
Mi 15% de comisión era un objetivo mas que digno para dedicarle recursos y tiempo. Además era mi especialidad: patrocinio deportivo.
Recorrimos muchos despachos por todo Santiago. Conseguimos reuniones y citas poniendo el nombre de aquel deportista famoso por delante... Mi zanahoria era un pellizco del presupuesto, pero para Javier era una zanahoria con la que alimentar a su primer e inminente primer hijo.
Y de pronto simplemente ocurrió, recibimos el OK de la todopoderosa MOVISTAR. El evento de Javier iba a ocurrir con todos los honores, todo tenía sentido, salió el sol.
Javier había comprometido ya mucho más dinero del que debía y por fin respiró. En los días siguientes los contratos iban y venían, y las preocupaciones eran ya otras. La retransmisión en televisión de aquel gran evento, la producción, la logística… Básicamente nos afanabamos en ganar un partido que se nos había puesto de cara.
Pero la vida nos tenía una desagradable sorpresa preparada. En un programa de cotilleo en televisión se emitió un reportaje muy inoportuno sobre el entorno del amigo famoso de Javier que provocó una discusión acalorada con un directivo de la cadena… Y como una maldición, un mal de ojo, la tormenta perfecta…. en cuestión de horas se rompió la relación con la cadena de televisión, y eso dio al traste con la retransmisión de nuestro proyecto.
Era el final. Un enorme castillo de naipes cayó en nuestras narices causando un estruendoso silencio y vacío. Tan injusto, tan inoportuno, tan absurdo… Perdinos bola, set y partido en apenas un minuto. Una pelea de terceros arruinaba las últimas esperanzas de Javier. Yo, al fin y al cabo, solo perdí tiempo e ilusión.
Aunque aquella debacle obligó a Javier a regresar a España en precario, con los años se ha rehecho en un gran proyecto en el mundo del tenis. Mantiene intacta su ambición, su energía y talento. Y la vida me ha devuelto la oportunidad de volver a ayudarle profesionalmente. Ahora como proveedor suyo.
El tiempo es el mejor o el peor aliado para un profesional. He visto muchos casos de personas que se empeñan en proyectar una imagen distinta a su imagen real. Personas de grandes gestos y maneras, pero que siempre acaban delatados. Y por el contrario, también he visto que a quien es sincero, honesto y trabajador, el tiempo le devuelve a su lugar natural. A donde merecen estar.
A Javier le cayó un rayo encima, pero nunca le hundió. Salió a flote como pudo y aún hoy admiro su entereza, su convicción y su incansable búsqueda. Aquel revés cruzado de la vida no pudo con él.
Gracias Javier, por el ejemplo y por la oportunidad que hoy me brindas para volver a construir algo grande. En estos años trabajando en tu torneo, hemos hecho grandes cosas y algunas de mis creaciones favoritas. He disfrutado de tu complicidad e implicación en hacer cada año una campaña mejor.
Mereces todo lo bueno que la vida te depare. Tu y yo sabemos lo doloroso que es el fracaso. Tu con aquel evento que se frustró por un capricho del destino y yo con mi inversión en Chile. Pero aquí estamos, renacidos de nuestras cenizas y afortunadamente con proyectos conjuntos. No olvidaré nunca el momento que recibimos aquel SI y el momento en que todo se cayó. Fue un revés duro, pero también una lección al fin y al cabo que no debemos olvidar.
Editado: nuevamente la vida me obliga a actualizar aquellos textos.
Comentarios