A Ioana, por dejarme sin palabras
- E.T.
- 18 ene
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 25 feb

Ioana es otra ciudadana del mundo por la que siento predilección. Trabaja en una gran empresa, es mi clienta, una de mis mejores clientas, pero eso ahora es irrelevante.
De las cosas que más me gusta hacer es en la vida es escuchar a alguien que sabe hablar. Aprendo tanto. Robo para mí las palabras que me llegan, apunto mentalmente, grabo los ejemplos. Escucho y disfruto.
A un cliente nunca le preguntaría por su vida personal, pero con el tiempo he ido juntando datos que han ido surgiendo, como que es rumana de origen, que ha vivido en París, Barcelona, Madrid y nunca no he querido ni necesitado preguntar mas.
No recuerdo exactamente como la conocí por primera vez. Pero si la primera vez que me impresionó. En un castellano exquisito la escuché hablar de una de las marcas que gestiona, de los matices, atributos, territorios… Por experiencia se que esas lides son complicadas de transitar. La audiencia suele perderse entre la nebulosa y acabar desconectando. Pero ella nos guio durante 40 minutos como a un rebaño por esas tierras medias de las esencias de una marca, sus valores y su reasons why... Cuando pienso que ni siquiera lo hacía en su idioma natural… Elegía palabras con puntería y finura. Construcciones gramaticales complejas incluso para un vallisoletano. Y de una forma fluida y consistente admirable.
Tiempo después volví a ver otra presentación similar en esta ocasión en inglés. Distinto idioma y la misma maestría, la misma finura, la misma continuidad y solvencia. Y poco después me contó que en casa hablan en francés. Pero su idioma natal es el rumano.
Una palabra no es más que la representación, la codificación de una imagen mental, y un un razonamiento es una concatenación de ideas con un objetivo… Tener un discurso solvente ni significa saber muchas palabras, implica tener una mente ordenada.
Para la gran mayoría ya solo hilar una idea en la cabeza resulta dificil, como para además hacerlo en distintos idiomas. Si pienso en Ioana, pienso en alguien que además de un talento natural ha hecho del esfuerzo su modo de vida. Una vida nada fácil.
Gracias por tanto años de colaboración profesional, en los que he ido descubriendo tu infinita abnegación, entrega y compromiso, tu honestidad, y tus enormes capacidades técnicas, pero sobre todo gracias porque en secreto yo he disfrutado más escuchándote hablar, que atendiendo a la reunión. Tu gran humildad seguramente no te deje brillar como debes, pero tienes toda mi admiración.
EDITADO: hoy mismo he vuelto a tener una de esas conversaciones edificantes, únicas, admirables. Siento que todo cuanto digo sobre su brillantez siempre sabe a poco. Me faltan las palabras. A ella le sobran.
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