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A Gonzalo, animal y caballero...

  • Foto del escritor: E.T.
    E.T.
  • 26 ene
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 25 feb


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Tener como amigo a Gonzalo es como ser amigo de Trump o Florentino... Unos le aman y otros no. Pero nadie cuestiona su inteligencia ni su valía. A mí me enseña, me infunde respeto, y me gusta. Me hace reír y me hace trabajar con más ganas que otros clientes

 

Gonzalo tiene tanto pasillo como calle. Si pienso en cuantos directivos conozco que estén a la estrategia y a la trinchera por igual, a la financiación y al chascarrillo, a la visión y al pie a tierra…creo que me salen… ¿dos, tres?. Siempre es jefe y siempre es exigente, pero siempre remangado con los suyos.

 

Gonzalo no dirige un equipo, sino un ejército. Soldados dispuestos y comprometidos con su causa. Que levante la mano quien pueda decir lo mismo.

 

No hace mucho, recorríamos un gran complejo hotelero juntos. Un macroproyecto levantado con el aguerrido esfuerzo de unas pocas personas fieles a Gonzalo. Mientras me contaba las curiosidades del lugar, jardineros, albañiles, camareros nos paraban y saludaban. Y es ahí cuando uno entiende verdaderamente la naturaleza de una persona. Le contestaba a cada uno por su nombre, dando collejas y bromas por igual.

 

En general Gonzalo siempre genera un ambiente de confianza y complicidad. La gente se acerca a él con respeto, pero a la vez buscando un guiño. Y ocurre con una naturalidad bastante llamativa. Es algo que solo puede provocase de arriba abajo. Cuando te han dado permiso antes. Nadie se toma licencias que no le haya dado antes Gonzalo. Y todo el mundo se siente especial y amigo. Y como yo, intentamos no fallarle.

 

Poco a poco descubro que las personas de su alrededor imitan sus gestos y expresiones. Le buscan y esperan su saludo.  Pero Gonzalo no es amigo de los halagos. Ni los acepta ni los regala. No haría aprecio de un texto como este. “Deja de escribir tonterías y ponte a hacer algo serio” - pensaría.

 

Tiene un látigo en la boca, y lo usará con cualquiera que esté de brazos cruzados. Alguien tan auto exigente como él no puede soportar a quien vaguea o protesta. Porque no está en su naturaleza la falta de esfuerzo.

 

Aunque le admire y aprecie, no se me oculta que, como cualquier protagonista de Netflix, tiene al héroe y al anti héroe dentro. Pero siempre sigue siendo el bueno, el que hace que las cosas salgan bien, el que consigue lo que otros no pueden.

 

En muchos años de profesión he vivido en ecosistemas variopintos. Pero siempre los jefes eran jefes y solo jefes. Algunos se ponían la camiseta un rato, y bajaban al barro, pero no resultaban nada creíbles. Pero hace 25 años, cuando le conocí, me produjo la misma sensación que me produce hoy. Es un jefe, pero también un aliado.

 

Es un malagueño resabiado. Implicado, aguerrido, astuto como un sabueso y un trabajador incansable. Y a su manera tosca y directa, alguien noble y coherente. Si tengo que elegir un bando me quedo en el de Gonzalo.

 

Gracias por todos estos años de compadreo profesional. Gracias por tu ejemplo bruto y directo que tanto me gusta. Y que tanto consigue de los demás. Gracias por los muchos proyectos en los que me afano duro para no defraudarte.

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