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A Germán y Berta, un equipazo

Actualizado: 15 may


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Suman dos pero son uno mas uno. Indivisibles, pero distintos.

 

Conocí a Berta de niña, cuando sus rizos negros y sus ojos verdes solo complicaban su timidez porque te obligaban a mirarla. Fueron pasando los años y conocimos a su Germán. Y desde hace 20 años compartimos la vida, viajes y risas.

 

Recuerdo cuando después de varios giros profesionales, mano a mano, instalaron una mesa de trabajo en casa y montaron su agencia de comunicación. Hoy gestionan una de las mejores agencias de Madrid y yo me siento feliz y orgulloso de ellos. Ver a tus amigos avanzar, crecer y triunfar sin sentir envidia es la mejor confirmación de que son personas a las que efectivamente quieres de una forma incondicional. En todos estos años apenas hemos hablado de trabajo porque sabemos que el trabajo a veces separa más que une. Pero su constancia y enorme discreción les convierten en verdaderos referentes para mí.

 

German es como un estudiante eterno. De los que preguntaban en clase porque querían saber muchas cosas. Erudito pero gracioso. Formado, solvente, ingenioso y un maldito superdotado para la música. Eso si lo envidio. Mucho. Solo me consuela que, como yo, no le ha dedicado tiempo y sufre la frustración de no poder expresarse con la música.

 

Y como yo, está en una fase de la vida compleja, porque después de haber explorado y encontrado tantas cosas en la vida, uno ahora ya no sabe muy bien lo que buscar. Porque sientes que ya tienes lo que quieres. Por eso le entiendo tan bien. Tengo que acordarme de comentar con él que la búsqueda es ahora el motivo. La inquietud, los vacíos, las preguntas, los impulsos, el instinto son ahora el proyecto. No el problema.

 

Berta es aguerrida y dulce. Elegante, serena, incansable...  maravillosa. La mano de obra de la agencia. Despierta a pesar de que se duerma en cualquier sillón.  Peleona y rigurosa a ratos. Desprendida y perezosa otros. Dispuesta a probarse y reírse de sí misma si hace falta. Porque cuando se ríe lo hace con las mismas ganas con las que defiende sus ideas.

 

Y entre los dos forman un equipo especial, divertido, apetecible, necesario. Queridos German y Berta, gracias por cada rato que pasamos juntos. Gracias por la cantidad de tardes de chimenea y risas que aún nos quedan. Sois un verdadero aliciente para los próximos años en los que tendremos tiempo para regalar. Gracias por ser amigos nativos, de primera generación, genuinos. Cuando pienso en vosotros solo pienso tardes de carcajadas y conversaciones interesantes. Nos espera una vejez cojonuda juntos.

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