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A Fernando G., el gamberro profesional

Actualizado: 8 may

DE: ENRIQUE TELLECHEA

PARA: FERNANDO G.

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Hace exactamente 18 años (2007) que conocí a Fernando. La fecha es fácil de recordar porque es cuando hice una de las mayores gamberradas profesionales que se me haya ocurrido y que aún hoy sigue imbatida. Solo necesito buscar en internet el nombre de aquel proyecto y ahí sigue: centenares de titulares, videos, enlaces de todo tipo.

 

Hoy en día sería inviable, dada esta nueva estética sensible con todo. Ninguna marca en su sano gobierno corporativo se la plantearía. Nosotros le dimos a su agencia una serie de ideas en bruto, pero el gen gamberro de Fernando empezó a salivar al ver una de ellas.


 

Si a un gamberro le das un diamante en bruto, lo usará con un tirachinas. Lo pulirá y lo convertirá en algo increíblemente potente, como hizo. Le dieron nombre, diseñaron un evento radical pero profesional, cuidaron cada detalle, le pusieron el tono, las imágenes… la genialidad. Le dieron la magnitud que luego tuvo. Fue como dar cerillas a un pirómano.

 

La cosa consistió en congregar en un hotel a 50 desconocidos aquejados de estrés y aplicarles una terapia revolucionaria que los tranquilizaría. Con un mono de trabajo, guantes y casco y una maza, se les invitaba a destrozar las habitaciones. Así de salvaje, así de genial, así de Fernando.

 

Lo vestimos de terapia pero era en realidad una campaña de Relaciones Públicas que obtuvo minutos y minutos en telediarios de todo el mundo. Una televisión japonesa y la BBC de Londres enviaron equipos al evento…Una repercusión global, que nos valió no pocos problemas. Pero que se consideró un éxito mayúsculo. Tanto que el Comité de Dirección nos invitó a comer al equipo.

 

El lema de Fernando es en realidad “sin cojones no hay historia” pero ha tenido que traducirlo a algo más digerible como “sin agallas no hay historia”

 

El mundo cambia en valores y formas, pero Fernando en el fondo sigue siendo un gamberro intentando hacer gamberradas. Se ha convertido en un respetable empresario. Su empresa gana muchos premios y está en todas las salsas y yo me alegro muchísimo. Imagino cuántos “estás loco” habrá recibido en estos años. Cuántos clientes habrán domesticado sus ideas, cuántas gamberradas apoteósicas se han degradado a experiencias simpáticas… pero aun así se despierta con su espíritu de Fernando el travieso.

 

Hace unos días comimos juntos. Aunque hemos hablado ocasionalmente, hacia más de 10 años que no nos veíamos en persona. Recordamos viejos tiempos y hablamos de la vida. Ambos estamos en fases similares: pensando en el futuro y sonriendo con el pasado. Pero para mi tranquilidad, Fernando sigue siendo Fernando, sigue intacto. La misma verborrea destructiva y genial. La misma risa de supervillano, las mismas ideas de bombero. La misma inquietud y energía para idear maldades. Para sacar de la atonía a las marcas. Siempre con un trasfondo y un criterio y un objetivo. Y consiguiendo siempre encontrar ese ángulo, esa idea fotogénica, que haga que un martes cualquiera una marca coloque su historia en los medios con algo relevante.

 

El éxito de Fernando es merecido, porque ser el niño malo del recreo y hacer de eso un oficio es algo admirable. Lo que el mundo no sabe es que todo eso solo hace para divertirse él. Exactamente lo que me pasa a mí. Ambos entendemos el trabajo sigue siendo un recreo, como un entorno para que nuestras ideas locas ocurran.  

 

Yo no soy tan valiente como él, pero a mi nivel, rompo muchas reglas o inercias.

Mi lema profesional es “cualquier cosa menos desapercibido” y siento que aunque no incluya la palabra cojones, si tiene una intención parecida.

 

Gracias Fernando por ese espíritu. Eres una verdadera referencia y mereces todos esos premios que van cayendo. Hace 18 años me caíste rematadamente bien. Me costaba creer que alguien así pudiera ser también empresario. Gracias por diseñar aquella gamberrada mayúscula y por seguir fuera del redil. Gracias por demostrar que la vida no tiene que ser aburrida. Después de nuestra comida vuelvo a querer ir un punto más allá en mis presentaciones, llegar hasta la línea de peligro y jugar con ella. Mirar al abismo desde el borde. Porque ahí están las mejores vistas.

2 comentarios


Invitado
20 abr

También vino la CNN a aquel "derroombing"... ¡me tocó hablar con ellos! 😉

Editado
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Invitado
11 mar

qué bien haber vivido esa locura!

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