A mis comidas favoritas
- MIL GRACIAS
- 22 feb
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 8 may
DE: ENRIQUE TELLECHEA

La comida es parte importante en mi vida. Soy de genética vasca, pero no he cultivado el arte gastronómico. Mi afición por la comida es una exaltación del instinto de supervivencia. Me da un placer silencioso y sofisticado a veces, pero otras, animal.
He probado las recetas mas sofisticadas y de autor en cualquier parte del mundo; y a la vez los ultraprocesados industriales más guarros. Con idéntica pasión. Considero que atesoro una valiosa experiencia y soy un experto en comer bien y mal.
A medida que pasan los años la comida se va convirtiendo en un refugio, una de esas tentaciones agridulces contra la que debo luchar, pero también disfrutar, pero que me ha dado tanto en la vida.
En este repaso de las cosas por las que siento agradecimiento, cariño o como quiera llamarse, también debe haber lugar para algo tan relevante como el concepto comida.
Será complicado darle las gracias a un solo lugar o producto, porque a medida que lo pienso se me amontonan referencias, nombres, momentos y salivo sin cesar. Pero el objetivo de este proyecto era no reprimir la sensación de agradecimiento por las personas, momentos y por qué no a las cosas vividas.
Gracias al restaurante Charolés de El Escorial, por seguir año a año sin defraudarme. Y a multitud de restaurantes que ya no existen. La Torre de Quijas, La Cigoña, La pizzería goffredo.
Gracias a la hamburguesa con queso Philadelphia de Alfredo´s barbacoa. Porque fue la primera de toda esa enciclopedia de conceptos de hamburguesa que siguen llenando vidas y tripas.
Gracias a quien inventó la cerveza con Limon. Gracias al chocolate con churros y los sándwiches de jamón y queso de cafetería. A aquellas tortitas que daban en las cafeterías California.
Un párrafo propio para la comida nikkei y la japonesa, que me producen ese ansia por llenarme toda la boca de esos sabores mágicos. Siempre me sabe a poco, siempre repetiría cada ración. Siempre más.
Viva el norte y su rotundidad. El cocido montañés y las rabas. EL flan de Café de La Ermita. Vivan las tostadas de pan de pueblo con mucha mantequilla. El Colacao caliente por la noche. El café con leche condensada.
La quesada de la marca El Macho. La quesada fresca, no la envasada. Me produce un efecto perverso. Me vuelve maleducado y egoísta. Es una especie de droga. La evito, pero la vida se empeña en hacerme caer. El reborde quemado es el top 1 de mis caprichos. Es superior a mi.
Al concepto milanesa argentina, como tabla de salvación para sentirme mejor en días tristes y a su primo español el cachopo a quien recurro para celebrar la vida, pero acabo por sentirme mal y con remordimientos.
El arroz a la cubana con plátano frito, la buena carne a la brasa, las patatas panadera del restaurante Las Olas. Las tarta de queso de Fismuler y la de La Viña. Y últimamente la de Alex Cordobés con Maracuyá… se me cae la baba.
A mis años de colegio con los cuernos de chocolate y los lacasitos,que me destrozaron la boca durante años. Y mi etapa rosa a base de los regalices rojos, panteras rosas y los palotes.
Y por fin a mi Dios sagrado el chocolate. Que me ha acompañado tanto como el oxigeno en mi existencia. En sus infinitas versiones y formatos. Es parte de mi organismo. Considero que mi sistema sanguíneo debiera tener cacao en su composición, porque somos lo que comemos.
Siento que me olvido de miles de platos y referencias. Porque disfruto tanto que cada vez que algo me gusta lo considero mi plato favorito. Solía tener un ranking de pequeño, cuando la vida era simple. Cuando no había supervillanos al frente de la industria de la gula. Pero el mundo avanza y yo con él. Cada día hay más y más placeres al alcance. Nuevas modas, nuevas invenciones exquisitas y cerdas. La industria de la comida gocha, que convive la religión del matiz en boca. Y yo soy un esclavo de la tentación. Comer, comer, comer…. Qué placer.
Editado: viva el márketing y el I+D. Desde que tengo uso de razón tengo dos perversiones mentales relacionadas con la comida. Me prometí que si alguna vez era obscenamente rico conseguiría que ocurrieran dos cosas.
La primera que Matutano o quien sea, fabricara para mí un edición de patatas fritas ultra fritas, quemadas. Esas que se han quedado marrones y que rebuscas en el paquete como una pepita de oro. Esas que rompen la baraja, que saben mejor, que son una victoria, que….
Y la segunda, me prometí que me compraría 50 helados industriales de cucurucho… solo para dar un bocado y comerme el final del cucurucho y tirar el resto. Ese final del cono donde se ha quedado una parte de chocolate duro. Que permanece crujiente porque el helado no lo ha reblandecido, es final de trayecto mágico después de tener que dar cuenta del resto del helado… Y esta segunda perversión se ha hecho realidad recientemente. No porque ya sea obscenamente rico. Sino porque una compañía ha decidido sacarlo al mercado. Alguien en el universo me ha leído la mente todos estos años y lo ha hecho realidad. Existe y siento que tengo que dar las gracias a los estudios de investigación de mercado, a los departamento o a que haya existido alguien más perturbado que no solo pensaba como yo, sino que lo ha llevado a cabo.
Hablaba de supervillanos de la gula. Ahora sé que existen.
pobre microbiota pero qué rico todo!😍